Poder político y victimización futbolera: el cóctel del Fenerbahçe
La directiva del segundo equipo más popular de Turquía ha propuesto a sus socios abandonar la liga turca (y luego ha recogido cable). Esta es la historia del Fenerbahçe y su 'arqueología del agravio'.
El Fenerbahçe, uno de los clubes de fútbol más exitosos de Turquía, ha sido objeto de una serie de agravios y manipulaciones políticas en los últimos 20 años, durante el gobierno de Recep Tayyip Erdogan. Al menos esa es la percepción de una parte bastante multitudinaria de su hinchada, la segunda más numerosa del país. Para ellos, su equipo ha afrontado una serie de incidentes que cuestionan la integridad del fútbol turco y la neutralidad de la administración deportiva. Sin embargo, desde otros clubes y/o analistas se acusa al Fener de explotar el victimismo arbitral, especialmente tras la llegada a su presidencia del magnate Ali Koç en 2018. El corolario de toda esta tensión se ha vivido en las últimas semanas, con la invasión de campo sufrida en Trabzon y la posterior amenaza de la directiva del Fenerbahçe de abandonar la Süper Lig turca.
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En la tarde del pasado martes más de 30.000 personas se reunieron en las gradas del Şükrü Saracoğlu. No había partido, ni siquiera un concierto: acudieron hasta allí convocados por la junta directiva del Fenerbahçe, la segunda institución más laureada del fútbol turco. Debían votar nada más y nada menos que la salida de su equipo de la misma liga que ayudó a fundar en 1959 y que ha vencido en 19 ocasiones. Como ocurre con los otros gigantes de Estambul -Galatasaray y Besiktas-, nunca se ha disputado una temporada de elite en el fútbol turco sin la participación del Fenerbahçe. Pero los acontecimientos de las últimas semanas han llevado a la cúpula del club a agitar la amenaza del exilio federativo: una medida tan inusual como aparentemente desesperada.
Cabe preguntarse si realmente todo arranca en los incidentes en el estadio del Trabzonspor. Por muy graves que fueran. Las imágenes han dado la vuelta al mundo.
Durante el encuentro, disputado en el estadio Papara Park de Trabzon, en el que el Fenerbahçe venció 2-3, los aficionados locales tiraron botellas de plástico contra el equipo visitante y, al terminar el partido, muchos de ellos asaltaron el campo. Los futbolistas estambulitas se defendieron, produciéndose una batalla campal de la que los jugadores fueron rescatados por las fuerzas de seguridad, que los acompañaron a los vestuarios.
La respuesta es que no, la reacción de la directiva del Fener -más o menos hiperventilada, a juicio de cada cual- no se originó al contemplar el riesgo que corrieron sus futbolistas en Trebisonda. Como algún usuario se ha molestado en resumir en Reddit, el listado de agravios arbitrales parece venir de lejos.
⦿ Cambio de líder la última jornada (2006)
En el año 2006, el Fenerbahçe lideraba la liga en el último partido y necesitaba una victoria para ser campeón. Sin embargo, los hinchas del Denizlispor hicieron todo lo posible para que el encuentro no se pudiera jugar. En la segunda mitad, se añadieron 16 minutos y, cada vez que el Fenerbahçe atacaba, lanzaban confeti para detener el juego. El árbitro no paralizó el partido, que concluyó con empate 1-1. Esa igualada sumada a la victoria del Galatasaray le dio al otro conjunto estambulita la 16ª liga de su historia, adelantando al Fener como club más laureado del torneo turco.
En la actualidad el Galata acumula 23 ligas en sis vitrinas, el Fener, 19, y el Besiktas, 16.
⦿ Se repite la película (2010)
En la temporada 2009/10, el Fenerbahçe de nuevo lideraba la liga antes del último partido. Había de recibir al Trabzonspor en casa mientras el otro contendiente por el título, el Bursaspor, haría lo propio con el Besiktas. Según los aficionados del Fener, hubo un apoyo abierto a Bursa por parte de ministros y otros poderes fácticos (?). El Fenerbahçe acabó empatando y perdió el título. A pesar de dominar el juego, el empate no se debió a malas decisiones del árbitro sino a una simple falta de acierto de los jugadores. Ahí no hubo polémica, a diferencia de lo que ocurriría una temporada más tarde.
⦿ El escándalo de corrupción (2011)
Porque una temporada después el Fenerbahçe sí venció el campeonato. No solo en fútbol, sino en los cinco principales eventos deportivos en Turquía: fútbol, baloncesto masculino, voleibol femenino, voleibol masculino, y baloncesto femenino. La valoración del club superó los mil millones de dólares, muy por encima de los demás equipos. Sin embargo, el 3 de julio, el club fue acusado de amañar partidos y su presidente quedó detenido. Tras 12 años de proceso judicial, el club y el presidente serían absueltos y el incidente se revelaría como una conspiración nacional contra el Fenerbahçe. Eso sí, el club perdió a muchos jugadores de valor, y la economía se vio afectada. El fiscal que lideró el juicio afirmó que si el Fenerbahçe hubiera ganado el título en 2010, habría llevado a cabo la operación en 2010.
⦿ Un ataque terrorista (2014)
Después de regresar de un partido contra el Rizespor, siendo líder en la clasificación, de nuevo en Trebisonda el autobús del Fenerbahçe fue atacado con un arma de largo alcance y el conductor fue amenazado en una carretera de montaña. Aún en 2024 nadie ha sido detenido por este incidente, lo cual plantea la duda de hasta qué punto está empeñado el gobierno en su resolución. Además, el partido de la semana siguiente no se suspendió y el Fenerbahçe fue obligado a disputarlo bajo amenaza de descenso.
⦿ La disputa sobre el palmarés histórico
En Turquía, el Fenerbahçe ha ganado 28 campeonatos, pero la federación solo cuenta 19 de ellos. Aunque la federación fue fundada en 1923, no se contabilizan los campeonatos previos a 1959, alegando que no se trataba de fútbol profesional (detalle que es cierto).
Según ese recuento alternativo, el Fenerbahçe sería el club más laureado del país (28 campeonatos) frente a los 24 del Galatasaray y los 21 del Besiktas.
En cualquier caso, como refleja el listado de este aficionado, el Fenerbahçe parece haberse instalado en esa novedosa (y tóxica) especialidad del fútbol moderno que es la ‘arqueología del agravio’: algo así como el big data del victimismo arbitral. No niego que alguna de las circunstancias previamente expuestas parezcan raras, y no descarto que detrás de ellas hubiera algo más que azar. Sobre todo porque todas esas circunstancias se han dado en el ventenio de un líder tan raro, tan futbolero y -para muchos- tan igualmente tóxico como Recep Tayyip Erdoğan.
Pero antes, hagamos un repaso al mapa de las simpatías futbolísticas en Turquía.
Empate técnico entre ‘Galata’ y ‘Fener’
Según un estudio de hace una década, sobre el total de los seguidores al fútbol en Turquía las simpatías se reparten de la siguiente manera
Galatasaray, 36%
Fenerbahçe, 35%
Beşiktaş, 19%
Trabzonspor, 4%
El Galata lidera en 43 provincias, mientras el Fener lo hace en 36, entre ellas la propia Estambul y la capital, Ankara. Desde 2009, el Galatasaray había perdido superioridad en ocho provincias, mientras el Fenerbahçe ganaba seguidores en siete.
Según este cuadro -que no he encontrado actualizado, se agradece si alguien consigue una versión renovada- Galatasaray y Fenerbahçe se encuentran muy igualados a la cabeza de las pasiones futboleras de los turcos. Y ello a pesar de que las últimas dos décadas dibujan una clara superioridad futbolística del Galata: 10 ligas desde el año 2000 por seis del Fener, que no suma ninguna desde 2014. Nunca en la historia del torneo turco había transcurrido una década sin que el Fenerbahçe ganase una liga.
¿Tiene eso algo que ver con la presencia de Erdogan? Pues probablemente no. Lo cual no le resta interés a contextualizar el momento actual del fútbol turco dentro del marco político en que se produce.
Poder político y clubes de fútbol: el avispero de Estambul
Los estadios de Estambul han servido de escenario a expresiones de descontento con el gobierno de Erdogan en los últimos 10 años. Los hinchas de Fenerbahçe, Besiktas e incluso Galatasaray han participado en protestas políticas, lo que ha llevado en ocasiones a vetos gubernamentales.
El Galatasaray ha sido a menudo asociado con el imam Fettulah Gülen, líder de un movimiento islámico que ayudó al AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) de Erdogan a consolidar su poder absoluto desde la década de 1980. Varios de los presidentes más recientes del Galatasaray han sido considerados marionetas del AKP, formación para la que alguno de ellos pidió el voto.
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Varios de los presidentes más recientes del Galatasaray han sido considerados marionetas del AKP, formación para la que alguno de ellos pidió el voto.
Hasta que las relaciones de cercanía y similitud ideológica entre Gülen y Recep Tayipp Erdogan se rompieron hace una década. En ese momento la desconfianza se asentó entre los dos líderes y Erdogan acabó acusando a Gülen de orquestar un golpe de estado, que finalmente se produciría en el verano de 2016. [Aquí más información]
Quizá la figura que mejor encarna esa compleja triangulación entre el partido de Erdogan, el culto islámico de Gülen y el Galatasaray no es otro que Hakan Sukur, el goleador más prolífico de la historia de la selección turca.
En las elecciones generales de 2011, fue elegido diputado de Estambul por el Partido de Justicia y Desarrollo. Renunció al partido en diciembre de 2013, para servir como independiente. En busca y captura en Turquía desde agosto de 2016 por simpatizar con el movimiento Gülen, vive en el exilio en los Estados Unidos desde entonces. El 14 de julio de 2017, el gobierno turco emitió un decreto que establecía que todas las medallas otorgadas a Hakan Şükür serían revocadas.
Ojo a la obsesión de Erdogan con el ex delantero del Galatasaray. Pasó de oficiar la boda del futbolista en sus tiempos de alcalde de Estambul a purgar a cualquiera que se atreva a mencionar su nombre. Y no, no es una exageración: ocurrió en el último Mundial, cuando un comentarista de la televisión pública perdió su empleo simplemente por aludir a Sükür.
En diciembre de 2022, durante la transmisión de TRT de un partido de la Copa del Mundo entre Canadá y Marruecos, y tras el gol de Ziyech en el cuarto minuto, el comentarista Alper Bakircigil comentó el récord de Şükür, autor del gol más rápido en la historia de la Copa del Mundo a los 10,8 segundos, en el partido por el tercer puesto contra Corea del Sur en 2002. Fue retirado de la transmisión en el descanso y despedido de su trabajo ese mismo día.
Los otros dos clubes más importantes de Estambul (es decir, de Turquía) han mantenido relaciones aún más tirantes con el gobierno/régimen de Erdogan.
El 25 de febrero de 2023, diecinueve días después de que dos grandes terremotos devastaran Turquía y Siria, los aficionados del Fenerbahçe protestaron contra el AKP y el gobierno con cánticos pidiendo dimisiones. El retraso e inadecuado esfuerzo de socorro del gobierno fue la razón inmediata detrás de estas protestas. Al día siguiente, los aficionados del Beşiktaş los siguieron con cantos similares. Poco después, a los aficionados del Fenerbahçe se les prohibió acudir al próximo partido de su equipo en el estadio.
No era la primera vez que las dos hinchadas, que mantienen un derbi-pero-menos (en absoluto comparable a la efervescencia de los enfrentamientos de cualquiera de esos dos equipos contra el Galatasaray), se unían con un objetivo político. Ya había sucedido una década antes durante las protestas en el parque Gezi, a las que acabaron también sumándose los Ultras Aslan del Galata.
A diferencia de estos últimos, que se pregonan apolíticos, los Çarşı del Besiktas hacen bandera del anarquismo y de su oposición frontal a Erdogan. Durante las protestas en el Gezi llegaron a contratar una excavadora para ayudar a los manifestantes a resistir los cañones de agua de los camiones policiales. Varias decenas de miembros de Çarşı fueron detenidos durante aquellos disturbios, y el partido de Erdogan llegó a acusarlos de "intentar derrocar al gobierno".
La tensión entre el AKP y el Besiktas ha alcanzado el punto de que para que Erdogan pudiera inaugurar el nuevo estadio del equipo, se realizó una extraña ceremonia a puerta cerrada (y con francotiradores policiales en los tejados vecinos).
Y el Fenerbahçe, ¿dónde se sitúa en el mapa político?
Pues el Fenerbahçe aparece como un club muy comprometido con una Turquía moderna y laica, de alguna manera contrapuesta a la reislamización que ha venido promoviendo Erdogan (al menos hasta el golpe de estado de 2016). El emblema de ese fundamento laico de la nación no es otro que Mustafá Kemal Atatürk, fundador en 1923 de la occidentalizada República de Turquía. En la actualidad un apartado de la web del club recoge todos los momentos en los que el llamado Gran Líder profesó su militancia en los colores del Fener.
Algo que la propia Asamblea de socios que este martes debía decidir la salida del Fenerbahçe de la liga turca no ocultó: gran bandera del club, del país y retrato del líder militar que refundó Turquía tras la caída del imperio otomano. La realización televisiva del acto no se ahorró ni un solo plano de las diferentes instalaciones del estadio (y son unas cuantas) decoradas con la efigie del Gran Líder. Aquí tenéis el vídeo.
Para entender el apoyo de Atatürk al Fenerbahçe
La visita de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la Turquía moderna, a las instalaciones del Fenerbahçe en Estambul en 1918 fue un hito para el club. Durante la guerra de independencia (1919-20), los jugadores del Fenerbahçe fueron reclutados para ayudar a trasladar al ejército turco de Estambul a Anatolia.
[ The Fenerbahçe Sports Club and Turkish Politics ]
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”El fútbol en Turquía no solo va de retórica y creación de mitos;
también forma parte de una red vital de poder y prestigio que une
la política y los grandes negocios”
De hecho, que el estadio del Fenerbahçe se llame Şükrü Saracoğlu no deja de reforzar esa cercanía histórica entre el club y el movimiento político instaurado por Atatürk. Porque Saracoğlu fue el segundo presidente más longevo en la historia del Fener (de 1934 a 1950), sí, pero en buena parte de ellos pudo compatibilizar ese cargo con otros. A saber: primer ministro de Turquía por parte del Partido Republicano del Pueblo (CHP), fundado por el propio Atatürk, y ministro de Asuntos Exteriores durante la Segunda Guerra Mundial. Saracoğlu primero pactó con los nazis la neutralidad turca y luego, conforme avanzaba la contienda, acabó negociando con la URSS el cambio de bando. Finalmente Turquía sería uno de los últimos países en declararle la guerra al III Reich, el 23 de febrero de 1945, apenas dos meses antes de la rendición del ejército nazi.
Además, Saracoğlu aprovechó sus resortes en el poder para favorecer al Fenerbahçe. Entre otros momentos, cuando maniobró para cederle al club los terrenos en los que hoy se levanta el estadio que lleva su nombre.
Con las iniciativas del Ministro de Finanzas del período, Şükrü Saraçoğlu, una decisión del Consejo de Ministros en 1929 introdujo la normativa de que si había más de un club deportivo operando en el mismo vecindario, solo el que tuviera el mayor número de miembros podría continuar sus actividades y los demás se cerrarían. En este contexto, se obligó a desaparecer al İttihatspor, ubicado en el mismo barrio que el Fenerbahçe. El campo del İttihatspor se transfirió primero al estado y luego se arrendó al Fenerbahçe.
Posteriormente, en 1933, el Fenerbahçe acabaría adquiriendo el estadio al gobierno cuando Saracoğlu ya presidía el club. El propio Atatürk proporcionaría 500 liras turcas para comprar el campo.
[ Wikipedia ]
Pero a ese trasfondo histórico-político se suma una presencia mucho más actual en el palco, y figura clave para entender la amenaza de exilio del Fenerbahçe: su presidente, el empresario Ali Koç.
Billonario de tercera generación, Ali es heredero de uno de los mayores holdings de Turquía, con empresas en los ramos de la automoción, la energía o la banca. A sus 41 años, y después de formarse en sitios como la Harvard Business School o el banco Morgan Stanley, concurrió a las elecciones del Fenerbahçe de 2018. Tras una caliente campaña, derrotó al al ingeniero Aziz Yıldırım, poniendo fin a su mandato de 20 años.
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Ali Koç es un dirigente futbolístico plenamente contemporáneo: no se limita a ver a su equipo y a fichar jugadores, no. Opina, amenaza, destapa supuestos escándalos y hace, en suma, de la conspiranoia permanente una forma (populista) de presidir uno de los mayores clubes de fútbol de Europa.
Los Koç tienen la peculiaridad de heredar -y ampliar- la fortuna de la generación anterior pero no así la filia futbolística. El abuelo Vehbi Koç, fundador del emporio y originario de Ankara, llegó a ocupar puestos directivos en el Gençlerbirliği. Y su hijo -es decir, el padre del actual presidente del Fener-, es un conocido hincha y mecenas del Besiktas. Tres generaciones, tres equipos. ¿Raro, no?
Pues quizá aún más raro es que las tres generaciones de la familia más rica de Turquía hayan cultivado buenas relaciones con todos los dirigentes políticos… pero partiendo desde una posición socialdemócrata. Vehbi Koç fue militante del Partido Republicano del Pueblo de Atatürk. Pero es que de su nieto se publicó en 2018 que sonaba como candidatable opositor contra Erdogan con esas mismas siglas:
Todos los rumores entre bastidores mencionan el mismo nombre, el presidente de Fenarbahçe, Ali Koç. En particular los miembros de CHP dicen sin rodeos que Koç será el candidato presidencial en el futuro.
Koç ha prohibido recientemente el canal deportivo progubernamental aSpor el acceso al estadio del Fenerbahçe debido a sus críticas al equipo y al desempeño de Koç como presidente.
[ Ahval ]
Como apuntan los periodistas de Foreign Policy Patrick Keddie y Sevecen Tunç
El fútbol no solo se trata de retórica y creación de mitos en Turquía; también forma parte de una red vital de poder y prestigio que une la política y los grandes negocios.
A ese trasfondo empresarial y a una indisimulada falta de conexión política con Erdogan, Ali Koç suma una personalidad dada a declaraciones extemporáneas (“si un día vamos a la Federación Turca y nos liamos a tortas a nadie le podrá extrañar”) y a ese empleo del victimismo, ya sea contra las decisiones arbitrales o por los horarios de los partidos. Es, en ese sentido, un dirigente futbolístico plenamente contemporáneo: no se limita a ver a su equipo y a fichar jugadores, no. Opina, amenaza, destapa supuestos escándalos y hace, en suma, de la conspiranoia permanente una forma (populista) de presidir uno de los mayores clubes de fútbol de Europa.
Su última andanada, someter a votación de la asamblea una hipotética desafiliación de la liga turca por parte del Fenerbahçe, demuestra a qué punto de toxicidad están llegando los palcos europeos. Todo vale en esa concepción de que cuanto mayor es tu prestigio como club más lejos llega el altavoz de tu queja y más resortes podrás pulsar a tu favor. De hecho, en la cercana Grecia el Olympiacos de baloncesto ya abandonó el campeonato nacional en protesta por una supuesta persecución arbitral. En ese caso contaba con la red de seguridad de la EuroLeague, pero lo llamativo es que durante tres campañas prefirió jugar con el equipo filial la liga griega de segunda división. Hasta que se produjeron los cambios deseados en la federación helena.
El Fenerbahçe no parece demasiado alejado de esa estrategia. De momento ya había amenazado con no disputar la final de la SuperCopa este domingo ante el Galatasaray si la federación no nombraba árbitros extranjeros. Finalmente, parece que se presentará con su equipo filial.
Y todo ello, en medio de un revolcón electoral a Erdogan
Para acabar de añadir condimentos a esta teatral revuelta de la directiva del Fenerbahçe, el pasado fin de semana se produjeron en Turquía unos comicios electorales históricos. Porque de las urnas salió el mayor revolcón que se ha llevado Erdogan en sus 20 años en el poder.
El partido de Erdogan sufre una debacle en las elecciones municipales de Turquía
Los socialdemócratas del CHP gobernarán las cinco ciudades más pobladas del país y ganan unas elecciones por primera vez desde 1977
[ El País ]
El epicentro de ese revés electoral se ubica en el ayuntamiento de Estambul. A su frente se ha asentado el socialdemócrata Ekrem İmamoğlu, que ya consiguió arrebatarle la alcaldía al AKP en 2018. Y el fútbol -de nuevo- no ha sido ajeno. A pesar de ser originario de Trebisonda (y aficionado del Trabzonspor), İmamoğlu ha sabido cultivar sus relaciones con los clubes estambulitas, superando al presidente Erdogan en una de sus especialidades: la politización del fútbol… o la futbolización de la política.
Como Erdogan, que fue futbolista semiprofesional en su juventud (apodado según sus hagiógrafos ‘el Imán Beckenbauer’), İmamoğlu también exhibe un pasado en los terrenos de juego: durante sus estudios universitarios en la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre (?) jugó de portero en el Turk Ocagi Limasol Sports Club. Ambos líderes recurren a menudo a las metáforas futboleras en sus discursos. İmamoğlu llegó a convertir en lema de su candidatura un cántico de las aficiones de Besiktas y Fenerbahçe.
En su artículo ‘Recep Tayyip Erdogan ya tiene rival’ Keddie y Tunç valoran que
Pocos políticos han podido competir con Erdogan en las últimas dos décadas en carisma populista, y ninguno ha rivalizado con su uso del fútbol como una herramienta retórica, una ruta hacia el poder o una forma de dar forma a su mitología personal.
[ Foreign Policy ]
La paradoja estriba en que Erdogan, que siempre fue hincha del Fenerbahçe, parece haber perdido el favor de sus aficionados y en cambio İmamoğlu, que llegó a ser el directivo más joven del Trabzonspor, cuenta con el apoyo de un sector amplio de las gradas del Şükrü Saracoğlu, justo en el momento de mayor tensión entre el Fener y el club de Trebisonda.
Esa cercanía queda sintetizada en una de sus visitas durante la campaña electoral: İmamoğlu junto a Ali Koç, presidente del Fenerbahçe, en el estadio y con la camiseta de ese club. Y todo bajo la atenta mirada de un escultórico busto de Mustafá Kemal Atatürk.
En realidad el político del CHP también visitó esos días las instalaciones del Galatasaray, con el mismo motivo: presentar su proyecto olímpico para Estambul en 2036. Pero no nos despistemos. Fijaos en el color de sus corbatas. Los tics populistas pueden esconderse hasta en el menor de los detalles.
İmamoğlu sabe del poder del fútbol en la política turca. Ali Koç sabe del poder de la política en el fútbol turco. Y Erdogan, el ‘Imán Beckenbauer’, lo sabe casi todo del poder. En ese triángulo se enmarcan las protestas de la directiva (y muy buena parte de la hinchada) del Fenerbahçe. Pero aún tratándose de un escenario radicalmente turco, hay algo en toda esta opereta victimista en la que parece que el Fenerbahçe puede estar marcando tendencia: una en la que clubes poderosos hacen de la estrategia de la tensión una constante en su fricción con otros actores (ya sean árbitros, periodistas, políticos o federativos).
O quizá no y simplemente estemos ante una más de las astracanadas con las que la desaforada pasión futbolera -y su conexión con la política- estalla regularmente en Turquía. Como valoran Keddie y Tunç en Foreign Policy
Cualquier político que tenga un control sobre el fútbol en Turquía tiene un arma poderosa en su arsenal; el fútbol ha sido utilizado por los políticos más exitosos desde la década de 1950, tras la transición del país al multipartidismo.