La contradicción de los Altos de Francia hecha estadio
Aguantó en pie en guerras mundiales para ser derribado por urbanismo. Vivió la ocupación fascista y fue nombrado en honor a un directivo de extrema derecha. El Stade Henri-Jooris fue el faro de Lille
Si menos de cinco contradicciones son dogmatismo, la capital de los Altos de Francia, Lille, tuvo como mínimo una asegurada hasta 1975: el Stade Henri-Jooris. Inaugurado en 1902, en él se reflejó el proceso de transformación de un país que, reconocido internacionalmente por su carácter polideportivo, tampoco se le han caído los anillos para reivindicarse ‘monofutbolístico’. Ese “terreno de la avenida de Dunkerque” fue el escenario del carácter asociativo de uno de los múltiples corazones de la Francia industrial que, en su departamento, ha acabado abocando todos los recursos en la cesta del Lille Olympique Sporting Club. En las gradas del estadio, con una capacidad para 15.000 espectadores, se escondían las cicatrices de una zona especialmente castigada durante dos de los conflictos bélicos más importantes de la historia. Las mismas que, al final, provocaron que a la hora de bautizarlo por segunda vez prevalecieran más las aportaciones deportivas que el peso ideológico.
El Stade Henri-Jooris es el ejemplo de que incluso aquellas cosas que parecen hechas por y para cambiar constantemente, pueden caer por el peso de la metamorfosis. Prácticamente ninguno de los elementos fundacionales de este terreno de juego aguantó hasta al día de su clausura. El antiguo hogar del Lille OSC fue creado por uno de los ‘decanos’ del fútbol en la capital de los Altos de Francia: el Iris Club Lillois, fundado en 1898 y posteriormente seguido por el Stade Lillois (1899), el Football Club Lillois (1899) y el Olympique Lillois (1902). El Iris estuvo a cargo de la construcción del estadio, en la orilla del río Deûle, también para la sección de hockey hierba. Ese visionario ejercicio le condenó a muerte en poco tiempo. Por mucho que un año después se fusionase con el Stade Lillois, llamándose durante más de un lustro Iris-Stade Lillois, el club desapareció -en parte, por los problemas económicos- definitivamente en 1908.
Por mucho que el Iris detectase la importancia de los ingresos durante los días de partido, el norte no necesariamente siempre apremia la inteligencia. Bajo la dureza del frío, la resistencia y la picardía suman más valor, dos aspectos que el Olympique de Lillois tuvo para absorber la estructura del Iris-Stade Lillois, donde también entraba el estadio y donde el 25 de enero de 1914 hizo historia para los Alpes de Francia al acoger el primer partido de la historia de ‘Les Bleus’ en la región. Un amistoso contra Bélgica, un partido más que suficiente para saborear la victoria (4-3) bajo el aliento de casi 5.000 espectadores. El arte que tuvo ese OL -que no el de Lyon- para estar en el lugar y el momento adecuados fue todo lo contrario a la sensación que tanto Lille como sus habitantes vivieronen la Primera y en la Segunda Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue el conflicto de las trincheras y la capital de los Altos de Francia lo notó especialmente por su cercanía al frente franco-alemán. El Imperio alemán la ocupó rápidamente el primer año de la contienda, por lo que los Aliados tuvieron que recuperar el terreno perdido. Esa reconquista, culminada en 1918, estuvo a cargo del ejército francés, conocedor del terreno. Hechos que implicaron que la ciudad fuese bombardeada por ambos bandos. A esa guerra sobrevivió el hijo de un tendero de Lille: Henri Jooris (1879-1940). Un empresario que no solo tuvo visión para crear y tener éxito con sus comercios, sino que además supo reconocer que el fútbol, por mucho que fuera una de sus pasiones, a la hora de la verdad también era un negocio.
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